Comencé el proyecto de Domesticación como un impulso de pintar lo máximo posible durante 24 horas. Este impulso se transformó en una acción artística que duró tres días en los que pinté mi estudio Fosforita en Madrid.
Durante la acción, el cansancio exigió una relajación del juicio que provocó que el vínculo entre mis manos y las cosas se fuera estrechando. Entonces parecía que nos domesticábamos mutuamente, las cosas, el espacio y yo a través de la acción de dibujar. El resultado fueron 50 obras en papel con diferentes formatos y técnicas. A esta acción artística la nombré como Domesticación I. Si quieres comprar un dibujo de Domesticación, me puedes decir cual te gusta aquí.
En Domesticación II mi deseo era domesticar el espacio Fosforita. Enseguida me di cuenta de que para lograrlo tenía que vincular dicho espacio con mi cuerpo, con mi trabajo y con las personas que lo habitan. Construí una casita de papel para introducirme en su interior durante la exposición, lo cuento en esta noticia.